
Escribió ensayos, guiones cinematográficos, traducciones y, sobre todo, poemas en los que se manifiesta la influencia tardía del romanticismo. Entre ellos cabe destacar Gris (1918), El ala de sombra (1920), La isla de los cantos (1930), Melancolía (1945) y Los altares (1959). De sus ensayos destacan La tristeza de Sancho (1927) y Qué es el verso (1957).
Produjo algunas traducciones de textos teatrales, entre ellas de obras debidas a Ferdinand Crommelynck y William Shakespeare. También cultivó la prosa poética en El canto perdido (1925).
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