Todavía conservo entre las manos
el pequeño temblor de tu agonía,
y tu cuerpo de luz, donde cabía
la forma de los aires provincianos.
Herido ante un aliento de manzanas
cayó tu corazón, y el mediodía
se quebró en tu garganta y en la mía
con dolores opuestos y lejanos.
Dejé tu muerta azul bajo el ciruelo.
El verano cruzaba por el cielo,
jinete de un delgado escalofrío.
La infancia se me fue con el asombro:
por eso, cuando en pájaros te nombro
tu corazón regresa en el mío.
el pequeño temblor de tu agonía,
y tu cuerpo de luz, donde cabía
la forma de los aires provincianos.
Herido ante un aliento de manzanas
cayó tu corazón, y el mediodía
se quebró en tu garganta y en la mía
con dolores opuestos y lejanos.
Dejé tu muerta azul bajo el ciruelo.
El verano cruzaba por el cielo,
jinete de un delgado escalofrío.
La infancia se me fue con el asombro:
por eso, cuando en pájaros te nombro
tu corazón regresa en el mío.
Que buena poesía. Muy linda excelente poesía
ResponderEliminar