12.3.10

MUERE MIGUEL DELIBES

EL ESCRITOR ESPAÑOL MIGUEL DELIBES FALLECE EL 12/03/2010

Ha llegado Miguel Delibes al final de su camino. Ha muerto en Valladolid, donde vivió toda su vida, con una discreción y una honestidad que hacen aún más grande, más larga, la sombra de sus letras sobre la historia de la literatura española.
Cuando publicó 'El camino', en 1950, encontró su voz. Allí empezó a fraguar su concepción del mundo, sus personajes más auténticos. En 'El camino' arranca la esencia de su lenguaje sobrio y depurado, capaz de dar aliento a los más variados registros. Él mismo reconoció que había escrito sus dos primeras novelas, 'La sombra del ciprés es alargada' (1947) y 'Aún es de día' (1949) "con una voz engolada y grandilocuente. Un día, sin embargo, me di cuenta de que la afectación no me llevaba a ningún sitio".
Decía Delibes que "un pueblo sin literatura es un pueblo mudo". Con esa rectitud castellana, tan callado, tan poco dado a exponerse en público, el escritor ha hablado, sin embargo, a lo largo de su vida alto y claro a través de sus artículos periodísticos y sus más de sesenta obras, entre las que se encuentran varias piezas maestras de la literatura occidental contemporánea como Cinco horas con Mario o Los santos inocentes.
Nadie ha contado la vida rural española como Delibes, gran cazador y mejor narrador, y muy pocos elegidos como él han atrapado la esencia de esos otros paisajes, los de los interiores de las personas, que describió con un realismo a veces descarnado, porque descarnada era la España heredera de la guerra, pero también con compasión y piedad.
Delibes era un auténtico ecologista que hizo bandera firme pero sin estridencias de la defensa de la Naturaleza. Desde Diario de un cazador (1955) a La tierra herida (2005), escrito de forma conjunta con uno de sus hijos, Miguel Delibes de Castro, sus numerosos libros dedicados a la caza, la pesca y al campo son un legado imprescindible.
Tampoco se puede entender el campo castellano sin obras maestras como El Camino, con Daniel El Mochuelo, el niño de 11 años que rememora su pueblo castellano a punto de irse a estudiar a la ciudad; sin Las Ratas, con El Nini, 11 años también, con toda su crudeza de cuevas y campo desolado. O esa novela, estremecedora de puro desgarro, que es Los santos inocentes, que Mario Camus llevó al cine con el inolvidable Paco Rabal en el pellejo de Azarías, el de la milana bonita, uno de esos personajes vencidos y desvencijados que retrataba con tanto verismo como piedad. Sabía contar la realidad en crudo y la ternura escondida. Siempre con la palabra precisa.
Miguel Delibes narró el campo como nadie, pero sus retratos de la vida en las ciudades de provincias y de las gentes -Mi idolatrado hijo Sisí, La hoja roja- atrapadas en sus pequeñas miserias son afilados bisturíes, de una precisión y una sutileza totales. El retrato femenino de esa obra maestra de la literatura universal que es Cinco horas con Mario es sencillamente magistral y demoledor. El soliloquio de la mujer resentida ante el féretro del marido en aquella España de los 60, que soñaba con el Seiscientos y a duras penas arrancaba con sus esperanzas alicortas, tiene el aliento de los dramas clásicos pasados por el tamiz de lo cotidiano.
La sobriedad es la marca registrada de un hombre que siempre volvía a Castilla, pero que no renunció al mundo, y que deja inolvidables libros de viajes: Europa, parada y fonda o esa delicia que es Dos viajes en automóvil: Suecia y Países Bajos.
"La novela es un hombre, un paisaje y una pasión", escribió. Desde que recibió el Premio Nadal en 1947 por La sombra del ciprés es alargada hasta su última novela, El hereje, en 1998, el gran cincelador del lenguaje que fue Delibes habló con sabiduría de los hombres y pintó como nadie los paisajes, sobre todo los de Castilla. Pero ante todo, vivió y escribió con profunda pasión. Contenida, sobria, castellana.
(Artículo Publicado por Carmen Méndez 12/03/2010)

1 comentario:

  1. Un blog se alimenta de comentarios como nosotros de besos... te escribo esperando el tuyo desde mi alma a los besos...

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